02 noviembre 2007

Autonomía, libertad

No se puede innovar sin libertad, no se puede aprender básicamente sin autonomía y nuestros estudiantes están “atados” a unos programas, a unas normas, a unos asientos, a unas aulas, a …… están atados, apresados, literalmente. Sólo aquellos que pueden adaptarse a un sistema tan carcelario, sobreviven hasta a nuestras enseñanzas y salen bien y adelante, como hemos salido algunos de nosotros.
Estoy seguro de que en este país y en el mundo de la educación sobran normas, y falta orientación; sobran leyes y falta sentido, también común; sobran reglamentaciones y falta realidad. Y sobre todas ellas, sobran programas obligatorios y falta action-research, falta grupo y sentido del otro “que es el que nos salva”, según Sábato; sobra dependencia y subordinación y falta maestría, responsabilidad y autonomía.

Creo que no debemos perder mucho el tiempo en modificar la normativa vigente, en sus diferentes burocracias, sino “dejar que los estudiantes desarrollen sus capacidades en libertad”, “facilitarles espacios y métodos para que se independicen” y “disfrutar” de su libertad y de la innovación que irá, seguro, vinculada a dicha autonomía, satisfacción y autoestima.
Lo que digo no es una idea -no me gusta impartir ideas que no he vivido-, es algo experimentado y comprobado: la mayoría de los alumnos responden positivamente a estos estímulos, a estímulos desarrollados a partir de la autonomía, de la libertad y de la búsqueda de nuevo conocimiento. Esa es mi experiencia, nuestra experiencia.

Pero vuelvo a repetir, sin autonomía no hay auténtico aprendizaje, y sobre todo, no llegaremos a la gran mayoría de los estudiantes, que se sientes realmente apresados.

Este es un fragmento del comentario que he dejado en un blog muy interesante de Victor Cuevas (http://victorcuevas.es/educadores21/), que os recomiendo. Lo he incorporado a mi página: http://www.robertocarballo.com/ de una manera íntegra, con pequeños retoques. Si os interesa, allí está.

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