20 abril 2008

Meus amigos ......

El programa para los próximos meses está complicado, porque tenemos todavía muy poca resonancia, probablemente porque podemos llegar a parecer peligrosos para el poder establecido. Es algo que veo en mis entrevistas con potestas, autoridades.

Les preocupa que vayamos mucho más allá de Bolonia, bueno, en realidad, hasta a algunos les preocupa que "estemos" en el nivel de Bolonia, o sea que ya no digamos si vamos mucho más adelante. No se acaba de digerir lo que Bolonia significa, porque existen muchas muchas resistencias, auténticas barreras internas que impiden avanzar.

Una gran barrera es la "falta de ganas de trabajar", ¿cuantas veces nos han dicho en los cursos que impartimos que "eso" -lo que nosotros hacemos- "lleva mucho tiempo"? ¿Cuántas? Siempre, aunque no por todos los profesores asistentes a nuestros cursos y ciclos. Será lo que decía Mallada, de que éramos un poco vagos, no los profesores especialmente, sino la cultura del país. Tal vez. Pero no es la única razón: hay razones muy ideológicas, de formas, que impiden que las cosas avancen. El formato púlpito es muy resistente. No hay púlpito-tarima que se resista a perder su posición de altura, de poder, de mirar desde arriba. Y supongo que piensan: "no nos corresponde estar al mismo nivel, nosotros somos más" y supongo que piensan: "desde aquí se ven mejor las cosas, porque ponernos a su altura", y sigo suponiendo que piensan o dicen: "los que bajan lo hacen por demagogia o porque no saben estar en el púlpito-tarima". Y así podíamos seguir suponiendo cosas que indudablemente no sabemos del todo, pero nos acercamos a diagnosticarlas.


Otra gran barrera es la inestabilidad que produce tener que pensar que todos los días hay que renovarse, hay que actualizarse, hay que "volver" a hacer la oposición olvidada, porque en realidad ahora la oposición se hace todos los días en el aula y fuera de ella. Eso significa que el alumno tenga el protagonismo, un protagonismo nunca juzgado como adecuado por la mayoría de los profesores. "Miedo a la libertad", decía Fromm, sí, miedo a la libertad, miedo a tener que plantearse las cosas de otras formas, miedo a tal vez darse cuenta de que lo que explicamos ya a nadie le interesa, entre otras cosas, porque muchas veces, ha quedado rebasado por el desarrollo científico; miedo a la libertad de nuestros alumnos; miedo a la libertad de abrirse al mundo y tener que volver a vestirse, y a la moda. Nos sentimos, se sienten, en un mundo de incertidumbres, y nadie nos había preparado, parece ser, para esas dudas, esas incertidumbres, ese no saber que va a pasar mañana. Y entonces, nos replegamos, nos reforzamos en nuestros castillos.

Otra gran barrera es la cultura del poder, las formas que asume en nuestra sociedad. El poder es igualmente vago, reacio y temeroso de "ir a Castilla y perder la silla" o "el que fué a León, perdió el sillón". Tienen incertidumbre, la incertidumbre produce miedos, y los miedos se acaban materializando en la realidad de sí mismos, de lo poco que saben por donde van a ir las cosas, y ante eso, se fortifican, y tardan mucho, muchísimo tiempo en posicionarse, es decir, en tomar decisiones, decisiones que son imprescindibles, porque sino todo está empantanado, que es lo que ocurre. Como siempre nos pillará el toro, lo haremos todo a toda prisa, y todo quedará igual porque no le hemos dedicado el tiempo ni la materia gris suficiente, porque cuando hay prisas, ganan los que ya tienen el poder, y acaban imponiendo sus posiciones, casi siempre reacias a mejorar. Cuando ya, después de múltiples resistencias, hay que hacerlo, se dilata lo suficiente, para que a última hora las cosas se tengan que hacer de la misma forma que se venían haciendo, y poco más. Podíamos patentarla como metodología casera típicamente reaccionaria. Ocurría lo mismo en las asambleas para lo que fuera. Se discutía, se discutía y se discutía sobre "cuestiones de procedimiento" (léase, barreras) y al final, ya no quedaba tiempo para nada, y se decidía precipitadamente en poco tiempo, y ya cuando la gente de la asamblea se había marchado. No quedaba nadie ni para oponerse, ni para hablar, no se había hablado nada, solo consignas, y se tomaban decisiones sin estar la gente presente. Perfecto. Pues más o menos eso es lo que hacemos y haremos con los nuevos planes de estudio. ¿Se cree alguien que los masters oficiales y los doctorados van a cambiar mucho lo que estamos haciendo en el formato antiguo? No se equivoquen. Los masters, en su mayoría, serán un quinto curso, y los doctorados seguirán siendo lo que son, con excepciones, algo penoso.

Bueno, pues tenía ganas de hablar de todo esto. Y espero que se lea. Me desanima como somos. Al menos, una posibilidad de mostrar mi enfado y que finalmente no van a engañar a nadie, pero tampoco a mí. Un abrazo, Roberto Carballo


Nota: pero yo y creo que nosotros, seguiremos erre que erre, porque de verdad, estamos haciendo una extraordinaria labor, somos un buen referente, tanto en España como en Europa, y seguimos intentándolo, y haciendo cosas que al poder y a muchos profesores no sólo no les importa, sino y sobre todo, que les inquieta. Lo sentimos, pero el curso de la historia nos avala.

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